martes, 29 de septiembre de 2015

Coldplay / Parachutes

2000, Parlophone

9.6


Si por algo se caracterizó el cambio de siglo en el panorama musical internacional fue por el giro hacia lo abstracto y oscuro de los nuevos tiempos. Tanto las nuevas bandas como los trabajos de grupos veteranos se tornaron tormentosos, nocturnos y transcendentales en cuanto a la temática y melodía, fruto de la creciente preocupación por el futuro que se nos echaba encima. Cambiar de siglo y de milenio fue algo solemne, fue historia en directo, fue incertidumbre y un poco de miedo. La tecnología había convertido al mundo en un lugar más rápido, con la consiguiente saturación que ello conlleva.

En medio del tic-tac hacia el año 2000, cuatro londinenses que bajo el nombre de Coldplay habían lanzado dos EPs de perfil bajo, se reunieron para grabar una de las obras imprescindibles del siglo en el momento en que éste ni siquiera había empezado a dar sus primeros pasos. Parachutes nace a la sombra de grandes como Radiohead o Modest Mouse y enfoca la soledad de la era digital desde una perspectiva romántica y contracorriente. Cuanto más insista la sociedad en apartarnos de todo contacto humano, más hemos de dejarnos la piel en la batalla por encontrar un alma gemela.

Con el piano como hilo central, este LP es triste y optimista al mismo tiempo. Es psicótico-paranoide en Spies y románticamente confuso en Trouble, hiperrealista en High Speed y pasivo-agresivo en Don't Panic, pero es también esperanzador en Everything's Not Lost y caballerosamente entregado en Sparks. Parachutes sabe que aunque cueste encontrar el amor (Parachutes, Shiver), éste llega y una vez en nuestros brazos hay que cuidarlo, mimarlo y valorarlo como refugio ante el sucio y violento mundo (Yellow, la balada más importante del siglo XXI).
Hablo de Parachutes como si fuese una persona porque, para todos los que pertenecemos a la generación del nuevo milenio, éste es un álbum que escuchado, analizado y sentido es como un hermano mayor.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Taylor Swift / Red

2012, Big Machine

5.7


El destino es tan caprichoso como un niño pequeño. Conoce muy bien cuales son nuestros deseos más profundos y, dependiendo del humor con que se haya despertado, la vida decide sobre nuestras plegarias de forma que pueden pasar de ser respondidas con la mayor de las recompensas a convertirse en el escenario más alejado de cuantos habíamos soñado que se harían realidad. En el amor como casi en el resto de las cosas, y pecando de pesimista y pragmático, suele ser mejor esforzarse al máximo y esperar resultados medios que ilusionarse con la victoria más aplastante, porque cuanto más alto saltes mayor será la caída si no consigues desplegar las alas. Por eso Taylor Swift nos llama en Red a no relajarnos cuando demos por asentada una relación: hay que luchar día a día, porque lo que ha sido un brillante pasado de romance no debe significar un asegurado futuro de entrega y felicidad.
Siguiendo las pautas del estilo country que ha convertido en su sello personal, la joven de Pennsylvania despacha 1 hora y 6 minutos de pura volatilidad artística. Como concepto, el álbum es muy pasable: una relación tan plena y maravillosa con una historia de amor digna del mejor de los cuentos de Disney (lo digo porque dicho nivel de esplendidez quizás solo exista en la ficción...) que abruptamente finaliza en una dolorosa ruptura, con la consiguiente penitencia de la soledad y el constante acoso de los recuerdos. Sin embargo hay poco lugar para la experimentación en este trabajo, lástima teniendo en cuenta que en los momentos en que ésta ha estado presente ha quedado patente la inmensa valía de esta chica (Sad Beautiful Tragic, Starlight). Especial mención quiero hacer al corte The Lucky One, donde no es Taylor Swift quien canta, sino una Taylor Alison Swift que, presa por la celebridad, alza una amarga declaración de cansancio y desencanto con la fama. Precisamente a este fondo nada relacionado con el romanticismo hacía yo referencia también con la entrada de este escrito: desear algo con mucha fuerza nos hace correr el riesgo de que se cumpla, y soñar con ser famoso y exitoso puede dejar de ser sueño y convertirse en realidad sin estar nosotros preparados para enfrentarlo.
Hay también en Red múltiples guiños a la dificultad extra del juego de la vida en la etapa juvenil pre-adulta. Considero el tema "22", pese a su aparentemente inmadura estructura melódica (¿o siendo consecuente con el mensaje de la canción sea esa fingida inmadurez la que sume puntos?), un interesante esfuerzo lírico de la artista, una buena expresión del cóctel emocional agitado por esa fase de la vida. "Yeah, We're happy, free, confused, and lonely at the same time, It's miserable and magical".
State Of Grace, el track que abre el disco, es otro momento clave de la destreza poética de Swift. Una muy buena imaginería sobre la falsa seguridad que creemos poseer de cara a la amenaza que supone enamorarse (porque reconozcamos que es una amenaza enamorarse de alguien: bajamos las defensas, nos volvemos manipulables, y como la otra persona no nos corresponda, el peligro que corremos es muy serio).
Poca diferencia hay, desgraciadamente, en el contenido y forma del resto de Red. El tema homónimo al disco es una temeraria evocación de una relación pasada, mientras que Treacherous es una contenida provocación fruto del amor a primera vista donde trataremos frenar la pasión sin aparente éxito. All Too Well suena extrañamente británica y de nuevo medita sobre "cómo es posible que estemos así, con lo que tú y yo hemos sido". La única historia cuyo "fueron felices y comieron perdices" parece seguir activo es la indiferente Holy Ground, solo superada en carencia de originalidad por el dueto con Ed Sheeran Everything Has Changed, donde la llegada de un nuevo rostro bonito (deberá ser el de Taylor) nos aislará de cualquier otra aspiración que no sea entablar conversación con dicha persona para conocerse más a fondo. Otra colaboración en Red es la de Gary Lightbody, miembro de la interesante banda de rock irlandesa Snow Patrol . En tal corte el ultimátum es claro y la espera a la respuesta, tensa: ¿me vas a dar esa oportunidad?
Profundizando en los peores tragos de Red nos encontramos, ¡qué diminuta y nada sorprendente casualidad!, a las canciones utilizadas como singles principales y artilleria de marketing. El decepcionante cambio de tercio de I Knew You Were Trouble destruye un tema que llevado por otros senderos hubiese sido una verdadera joya. Por su parte la comercialidad purpurinosa e irritante de la enormemente explotada We Are Never Ever Getting Back Together la cataloga como contenido a olvidar una vez hecho este examen. Nada más que decir de Stay Stay Stay, melódicamente pizpireto hasta el ridículo y con letras escritas por una niña de 7 años en el hueco del recreo.
Valga como contraste con lo anterior lo inteligente de Begin Again, el cierre del álbum. Una íntima justificación moral del adulterio con tintes instrumentales ligeramente étnicos. La protagonista de la historia tras Begin Again reflexiona sobre lo correcto de verse a escondidas con otra persona cuando quien ocupa el papel de nuestra relación formal torna en alguien para quien nuestras preferencias, gustos o inquietudes resultan indiferentes e, incluso, tratan de ejercer su falsa autoridad sobre la personalidad propia. Un interesante postre para dejar buen sabor de boca tras la dispar experiencia de este trabajo.

Especial: Michael Jackson




OFF THE WALL (1979, Epic Records)
8.6
THRILLER (1982, Epic Records)
9.7
BAD (1987, Epic Records)
9.2

Si me preguntasen cuál es el cantante que más impacto ha tenido en mi vida sobre la forma en que yo entiendo la música, sin duda diría que la mayor influencia (y desde bien pequeño) viene del Rey Del Pop. Michael Jackson no solo ha sido una de las estrellas más brillantes sobre el firmamento de la cultura popular, sino que su propia persona supuso en su tiempo el nacimiento de un estilo propio: musical, de personalidad y de estilo en todas las facetas posibles. La importancia de Michael Jackson no se limita, además, a su papel de revolucionario del pop, sino que además es perfecto objeto de estudio sobre como la fama y la trayectoria influyen en el ser humano, tanto en el receptor del éxito como en el público que lo aplaude.
Pocas discografías son tan útiles para entender la progresión vital de una persona como la del tristemente desaparecido Jackson. Tras la etapa de niño prodigio y aura Motown en sus comienzos con los Jackson 5 y la publicación de los primeros LPs de estudio (Ben, Got To Be There, Forever Michael...), Michael edita el que supondría el verdadero comienzo de tu estrellato. Off The Wall es sonido negro, la genialidad dance dedicada a sus maestros e influencias de la era Motown. Música joven y light sobre romance, con momentos tan movidos como la melosa Rock With You, las puramente disco Get On The Floor o Burn This Disco Out. Las raíces de Michael estan claramente patentes en la apertura del LP, Don't Stop Til You Get Enough, y a partir de ahí su creatividad deriva en éxitos como la triste y bella balada She's Out Of My Life o la adolescente Girlfriend.

Asentado el camino seguro hacia la aclamación crítica y comercial, las expectativas tras Off The Wall se vieron recompensadas tres años más tarde con el que, hasta la fecha de hoy, 26 de septiembre de 2015 (33 años!) ES el disco más vendido de la historia y con amplia diferencia. Dependiendo de la fuente consultada, las cifras de Thriller oscilan, sin exactitud, los 100 millones de copias, aunque es altamente probable que el dato real sea aproximadamente del doble. No es para menos si tenemos en cuenta el impacto que supusieron el videoclip de Thriller o la introducción del moonwalking acompañado de los acordes de Billie Jean. Sumémosle de nuevo un guiño a los orígenes del artista en la picarona Wanna Be Startin' Somethin' o la producción perfecta de la emocionante Human Nature para entender porqué este es uno de los mejores discos de la historia. A estas alturas vemos a un Michael algo más maduro, menos bailón que en Off The Wall y más centrado en la pura composición lírica, sin menospreciar la inmensa uniformidad que caracteriza a este disco, pues aunque pasemos de la euforia de Billie Jean a la intimidad de The Lady In My Life, el sonido que acompaña a todos los cortes viene definido por los mismos patrones estilísticos (Resulta que Thriller era un disco conceptual y me acabo de dar cuenta... vaya).
Es obvio que el impacto de Thriller supuso la automática e imparable ascensión de Michael Jackson al trono del Pop, y las connotaciones negativas de dicha fama sobre la vida personal del cantante comienzan a alterar visiblemente su personalidad y obra. Bad supone el punto de inflexión en su discografía, el paso del chico de las canciones de amor al hombre enfadado entre líneas consigo mismo. La prensa rosa es ya a estas alturas la eterna enemiga de Michael, y como respuesta de alguien con clase le lanza un morterazo de odio desesperado en Leave Me Alone, que por lo personal del tema se convierte en el momento más trascendente del álbum. Himnos como la rebelde Bad, que analizada fríamente debería ser embarazosa, son éxitos atemporales. Smooth Criminal es un carrusel narrativo tan intenso que si en lugar de durar 4 minutos 18 segundos durase un minuto más, muchos habríamos explotado por la tensión de este corte, cuyo videoclip en versión extendida es un imprescindible para todo el mundo que quiera jactarse de conocer los grandes clásicos del rock. Es en Bad donde vemos aparecer una de las facetas menos apreciadas de Michael pero que, para quienes admiramos su persona, lo convierten en un verdadero mito de la humanidad. El compromiso con los problemas del mundo, la pobreza, las guerras y el medio ambiente marcaron y aliviaron la convulsa vida de Jackson, que a día de hoy es una de las figuras que más dinero ha destinado a la filantropía. Man In The Mirror es un sublime corte repleto de esperanza en el cambio a mejor, una melodía animada pero contemplativa al mismo tiempo, gentilmente a un paso atrás de la voz de Michael con el fin de que su mensaje de paz llegue alto y claro.
Tres discos, tres, que convirtieron a un famoso cantante en una celebridad mundial, con las profundas heridas para la vida personal que ello representa. Tres trabajos que son el diario privado e irónicamente más vendido de un ser humano excepcional y único.

viernes, 25 de septiembre de 2015

James Arthur / James Arthur

2013, Syco Music

8.5


Tengo un conflicto de opiniones acerca de los concursos musicales televisivos. Por el lado de los pros alabo la importancia que se da a la música en un medio tan influyente, lo que permite al público acceder a géneros y artistas que quizás antes no conocían, y también sirven como cantera de la que extraer nuevos y prometedores cantantes. Sin embargo parece dotar a todo el proceso de un cáliz comercial y superficial que desvirtúa la importancia que, siendo desconocida para los ejecutivos de las grandes cadenas, tiene el concepto de este tipo de shows.
A menudo los concursantes de estos espacios cazatalentos se embarcan, tras su paso por los platós, en infértiles y breves carreras en las que publican a lo sumo un álbum intrascendente para volver a caer en el desconocimiento que la población tenía de ellos antes de participar de los concursos.

Sin embargo, a veces suena la flauta y aparecen verdaderas vetas de oro artístico. En 2012, el concurso Factor X, en su edición británica, proclamo como ganador de la temporada a un chico llamado James Andrew Arthur. Con su edad cerrando la primera mitad de la veintena de años, su primer single bajo el paraguas televisivo no solo se convirtió en un éxito instantáneo, sino que serviría como precursor y aviso del derroche de originalidad y talento que aunaría en su debut discográfico. James Arthurtituló a su primer disco de forma homónima y, con 44 minutos de rhythm and blues y fuertes influencias de los grandes maestros del soul, Impossible solo era el principio. La característica elegancia británica del joven no se veía empañada por su apariencia, tatuajes mediante, de chico duro. Mas bien demuestra todo lo contrario en temas como el directísimo You're Nobody Til Somebody Loves You, que abre el disco iluminándonos sobre las virtudes de abrirnos al amor, o en New Tattoo, una preciosa balada blues que hará delicias de la chica a la que se le dedique.
James no es solo un gran letrista, sino que conoce muy bien las plusvalías estéticas de la mezcla de corrientes. Por eso Lie Down destaca como mezcla del tradicional soul negro con el britpop contemporáneo, y le da un giro extra a la tuerca añadiendo la pizca de picardía con la que cuenta el seductor de una sola noche. Este es un claro ejemplo de como sí camelar a una dama para hacerla caer en nuestros brazos durante una única y ardiente ocasión. El chico es además líder natural en aquello de insuflar optimismo, pues la energía que desprende el segundo corte del CD, Get Down, despeja la mente y desvía la mirada del pasado para enfocar a ambas hacia un futuro que, con esfuerzo, solo puede ir a mejor. Sin querer menospreciar a You're Nobody Til Somebody Loves You, considero que la elección de Get Down como apertura para el álbum hubiera sido una decisión mucho más adecuada. Habría dotado de mayor potencia inicial a la experiencia lineal del trabajo sin entrar a saco a la pura escuela soul. Pero bueh, ¿quién soy yo? ¿escoria que disfruta en secreto con Maroon 5 ? Me excusaré echando mano a mi largo catálogo de discos catados a lo largo de mis veintiún años.
Hablando de escoria, Recovery es la oveja negra del disco, un track repetitivamente cansino y carente de originalidad temática, lírica y musical. Quiero pasar de puntillas por él para seguir elogiando el trabajo de este inglés al que la crítica """profesional""" no termina de cuadrar en la aceptación o el rechazo.
La cantante Emeli Sandé , inglesa de madre británica y padre zambiano, aparece en el dueto Roses. No es un track donde solamente salten chispas de pasión sobre la arena de una apartada y solitaria playa entre dos jóvenes de cuerpos entrelazados por la mayor de las atracciones, es un dueto tan ardiente como sofisticado, tan tenso como catártico. Una potente reflexión sobre la fugacidad del amor y las dificultades familiares que merman la felicidad de quien las sufre se esconde bajo la ornamental estructura de cuerda (guitarra durante toda la base y violín en las rupturas hacia el estribillo, sin olvidar el distante piano que acentúa los finales de verso). Roses es el eje central de James Arthur, tanto el artista y el disco, y su trabajo más trascendental gracias a la participación de la prodigiosa voz (y apoyo creativo) de Sandé.
Con el amor por bandera con la forma de una sonrisa rota por los derroteros del destino, el corazón roto y el arrepentimiento se analizan en la mestiza Supposed, mientras que son elevadas al máximo exponente la tristeza y la desesperación en el oscuro y tétrico Suicide. Finalmente hay cabida para la luz al final del túnel de las almas lastimadas en Is This Love?, un track donde Arthur parece haber emulado (con éxito) a, digamos, OneRepublic . Smoke Clouds es una inteligente apuesta por dedicar unos minutos a la juventud atraída por la marihuana como vía de escape a la realidad, mientras que Flyin', cierre del disco y con el mismo propósito comunicativo que Smoke Clouds, es el ejemplo más claro de rap en todo el disco y como tal no combina de ninguna forma con el resto de la obra y lo convierte en un corte excluible casi a la altura de Recovery.
Concluiré valorando también positivamente el dueto con la cantante Chasing Grace titulado Certain Things: una relajada declaración de mutua dependencia sentimental donde lo bueno de nuestra media naranja nos vuelve loco y lo malo lo convertimos en simple anécdota (y nos vuelve más locos todavía).
Oyendo este disco acabo con una sensación de extrañeza, ya que hacía mucho tiempo que había perdido la fe en la televisión como fuente de creatividad de algún tipo (y según tenía entendido y al contrario de lo que la lógica puede dictar, la caja tonta inglesa resta puntos de coeficiente intelectual a mayor ritmo que su hermana española). Sin embargo esta obra de seda musical proviene de un show donde, por una sola vez, lo más importante no fue el dato de audiencia sino el nacimiento de una estrella.

The Script / The Script

2008, Phonogenic/Epic

8.8


El ciclo vital de un ser humano esta plagado de fases. A cada una le corresponde un paisaje emocional particular: despreocupación e inocencia en la niñez, consciencia, desencanto y experimentación en la juventud y estabilidad y madurez en la adultez hacia adelante.
Esta claro que depende de cada persona, pues cada individuo es un mundo, pero es posible afirmar sin temor a equivocarse que la intensidad de los sentimientos en los entorno de la veintena no se ve superada en ninguna de las demás fases de la vida.
Los romances pasionales, el despertar de la razón, las primeras experiencias (allá cada uno con las que elija) y el remate de los detalles que determinarán nuestra personalidad para el resto de nuestros días. Más compleja se hace aún la post-adolescencia hoy día, con la sobredosis de información que nos satura y que nos abre las ventanas del conocimiento de cara a forjar nuestras propias opiniones, aunque también nos ahogue con la oscura y putrefacta realidad que por desgracia brindan los sectores más desvirtuados de la humanidad.

Los irlandeses The Script hacen acopio de semejante maraña conceptual y, en uno de los esfuerzos pop más infravalorados de la pasada década, editan su primer álbum de estudio al que denominan de forma homónima a la banda. Lo que encontramos al abrir la caja de The Script son 38 minutos de perfecta producción e inquietud moderna sobre las delicias y sinsabores del amor, así como diversos salpicados de compromiso y crítica social. Precisamente entorno a ésto último gira la apertura del LP, We Cry, tres tristes historias de decepción y sueños rotos frutos de las cadenas que la sociedad nos ata sin darnos cuenta. Rusty Halo, con letras de inferior calidad a la media del disco, también hace referencia (aunque sustituyendo la compasión por rabia) a la pesada carga que supone salir adelante cuando el destino no para de atropellarnos una y otra vez. A pesar de todo, como canta Danny O'Donoghue, nunca podemos dejar de luchar. "Gotta shine my rusty halo".
Al margen de la creciente preocupación por las injusticias del mundo que afloran al llegar a la edad sobre la que se asienta la perspectiva con que se realiza este trabajo, surge la otra gran llamada, la del amor. En una secuencia lineal a lo largo del CD nos encontramos con la narración de una convulsa relación que se nos presenta con su dolorosa ruptura en Before The Worst, a raíz de la cual surgen los recuerdos sobre el comienzo de la relación y la reflexión sobre como una historia tan idílica puede haber llegado a tan frío desenlace. El intento por ganar el perdón de nuestra expareja de Talk You Down no da resultado, y con ella llegamos al clímax del disco: The Man Who Can't Be Moved.
Pocas veces en el pop se puede alcanzar la evocadora calidad de las letras y la destreza compositiva que eleven a obra de arte a un tema que, por otro lado, resultó también ser el de mayor aclamación comercial para la banda. La elegancia y sutileza de Mark Sheehan a la guitarra y la gentil presencia trasera de la batería a cargo de Glen Power, amén del bajo puntual y sublimemente subrayador de Benjamin Sargeant ponen banda sonora a la conmovedora historia surrealista cantada con la mayor destreza de toda su carrera por un O'Donoghue que resquebraja las emociones de quien se ve atrapado por este emblemático corte sobre la eterna espera del amante a su expareja. Día a día y pase lo que pase el seguirá esperándola en el sitio donde sus miradas se cruzaron por primera vez y él fue suyo. El mazazo que termina de romper en mil pedazos las quebradizas esperanzas que nosotros, como público, vimos críticamente forzadas en The Man Who Can't Be Moved llega en Breakeven (Falling To Pieces). La que ya los oyentes calificamos como zorra de máxima categoría tira a la basura el corazón de nuestro protagonista como si se tratase de un juguete roto y sin valor, y a cambio lo sustituye por un nuevo individuo. La visión de ambos cogidos de la mano por la calle remata a nuestro héroe vencido en un tema que nada tiene que envidiar al que le precede, tanto en calidad como en éxito (The Man y Breakeven son hasta la fecha los títulos de mayor reconocimiento comercial para la banda de Dublín). Un excelente mid-tempo que, al igual que el resto del LP, mantiene la tensión entre lo casi bailable y lo hiperrealista de un diario personal.
Con el mundo en el suelo aplicaremos la máxima que reza que la experiencia nos hace más fuertes de la mano de la íntima The End Where I Begin. Tras ella, un consejo que solo un caballero de raza, de aquellos que realmente vale la pena conservar (chicas, razón aquí) daría a toda dama que, siendo también de máxima valía se ve atrapada por la palabrería de algún canalla de tres al cuarto con mucha labia: Fall For Anything servirá a dicha joven para aprender a darse valor y a no dejarse utilizar como yo-yo emocional a manos de un simple chulo. En el patinazo del siglo aparece If You See Kay, un tema intrascendente, infantil y fuera de lugar que, en su propia pobreza artística supone el defecto que, de hecho, añade mayor humanidad al disco y, por tanto, realza la perfección del resto del tracklist (jugada astuta que quiero creer verdad para justificar su inclusión).
La conclusión a esta obra es la balada I'm Yours, un toque melódicamente alternativo al resto de canciones, de elogiosas letras y relajados acordes destinados a calmar la tormenta que dejamos atrás en este The Script. Un álbum sobre experiencias que en sí mismo se convierte en una y de las fuertes.

The Man Who Can't Be Moved https://youtu.be/gS9o1FAszdk
Breakeven (I'm Falling To Pieces) https://youtu.be/MzCLLHscMOw
We Cry https://youtu.be/UzY8LA4rxxM

jueves, 24 de septiembre de 2015

Fall Out Boy / American Beauty/American Psycho

2015, Island Records

3.0


Cuando la cultura pop se inspira a si misma puede tomar dos senderos: o bien brindar frutos dulces y ricos en contenido y forma que servirán de inspiración para las nuevas generaciones del arte; o bien derivar en un acto de autocanibalismo amarga y olvidable.
La banda de rock norteamericana Fall Out Boy ha editado este año su nuevo LP, titulado American Beauty/American Psycho en honor a cuatro piezas clave de la cultura estadounidense: el álbum American Beauty (1970) de la banda Grateful Dead y el film cinematográfico de igual nombre (1999) protagonizado por Kevin Spacey; así como la novela American Psycho (1990) de Bret Easton Ellis y la consecuente película (2000) protagonizada por Christian Bale.
En un banal juego metafórico de contrastes entre el lado dulce y la cara oscura de la sociedad americana, la banda brinda estos 40 minutos de injustificable irregularidad musical y machaconas letras carentes de originalidad y trascendencia. Con la belleza del amor difícil por el lado del "Beauty" y el "creepismo" (referencia mía a Radiohead) por el lado del "Psycho" abre el LP con Irresistible, estructura compositiva salvable de lírica "casi" sadomasoquista (...quitad el casi). A punto estuve de abandonar el intento de adentrarme en este disco al llegar a la pista de mismo título que el CD: un tema punk lleno de vaivenes calzados a golpe de palanca de acero oxidado y, de nuevo, letras autodespectivas y tensión sexual.

Con un sample extraído de la canción Tom's Diner de la cantante Suzanne Vega llega Centuries con aspiraciones de grandeza propias de un megalómano prepotente. En un giro de estilo totalmente irracional con respecto al resto del disco, como si chocásemos contra un muro de hormigón a toda velocidad y viésemos pasar nuestra vida en un segundo llega el ruidosamente meloso The Kids Aren't Alright. A estas alturas uno se pregunta si los chicos de Chicago podrán sacar más jugo del tema de las inseguridades, y la respuesta por desgracia es Si. Uma Thurman, en homenaje a la actriz, es un embarazoso corte a medio camino entre teen pop y rock melenas de los noventa repleto de referencias a la muerte y la admiración romántica enfermiza "She wants to dance like Uma Thurman, Bury me 'til I confess, She wants to dance like Uma Thurman and I can't get you out of my head". En la misma tónica continúa Jet Pack Blues, mientras que Novocaine añade un toque de rabia que quiere ser hard hasta que la progresión vocal que antecede al estribillo delata su comercialidad. Por cierto, es una crítica a la influencia de las modas, si bien ese tema es irónicamente tendencia en el rock alternativo de los últimos años.
De nuevo sentían el impulso de volver al romanticismo, esta vez con el dolor de las rupturas y el guiño patriota, en Fourth Of July. "I'm sorry every song's about you, the torture of small talk with someone you used to love", en lo de la tortura tiene razón, pero no precisamente por su lado. Melódicamente salvable.
Como no todo va a ser malo (nadie mediocre falla todos los resultados de una quiniela) llegamos a Favorite Record, un track experimental en comparación con el resto del trabajo donde algunos samples suenan interesantes. Aunque la letra sigue siendo pobre, da un enfoque diferente a las memorias amorosas utilizando los intereses musicales comunes de la pareja como punto de origen para recordar los buenos momentos. Patrick Stump no deja de arrastrarse por su ex ni en Immortals, corte lleno de rabia contenida. American Beauty American Psycho cierra con Twin Skeleton's (Hotel In NYC), un acelerado rock que narra precisamente la ruptura que sirve de inspiración al resto del disco, un cierre lleno de fuerza para un trabajo que carece de ella en términos cualitativos. Y es que aunque la idea conceptual es medianamente buena, ni el orden de las canciones es el más adecuado ni la originalidad compositiva pareció tampoco dejarse ver por los estudios de grabación.

Como NO presentar un álbum
American Beauty/American Psycho https://youtu.be/IbhzkjgJ6gU
Como SI presentar un álbum
Favorite Record https://youtu.be/WsuN8KDa9i0

David Bowie / "Heroes"

1977, RCA

9.1


El delgado duque blanco siempre ha estado adelantado a su tiempo. Sus trabajos glam rock de los 60 y los 70 lo atestiguan. Donde sin embargo alcanzó su propia cumbre artística fue en el art rock de finales de los 70. Ritmos más discretos y experimentales y letras más crípticas y maduras dieron forma a trabajos indispensables en la arquitectura histórica del rock como Station To Station (1976) o, entrando en la "Trilogía Berlín", Low (1977), que se erige como pieza referente en la música minimalista.
Dentro de la misma triada de álbumes, creada por el artista británico durante su estancia de la capital de, por aquel entonces, Alemania Occidental, se encuentra "Heroes". Dejando atrás el puro ensayo instrumental de Low, Heroes es un título oscuro y más personal. Claro ejemplo de ello es la apertura del LP, Beauty and the Beast, una doble lectura sobre, por un lado los efectos de la cocaína a la que David Bowie era adicto por aquél entonces, y a la vez una reflexión sobre la "bipolaridad emocional" innata de cada ser humano, la cara y la cruz de cada persona sobre un pegadizo y nocturno ritmo de guitarra, batería y alteraciones electrónicas. Otra reflexión sobre lo insostenible de sus adicciones es Joe The Lion, un tema no tan denso como el que le precede pero también doloroso en sus confesoras letras.
Bowie sabe jugar muy bien con las imágenes mentales y por eso crea la conmovedora escena de "Heroes", track titulado igual que el álbum. Ante el muro de Berlín, en plena guerra fría, nos cuenta la historia de dos amantes conquistados por la idea de derribar algún día el telón de acero. Épica y romance que, entre líneas, habla sobre las dificultades de la vida y la manera de afrontarlas en pareja.
En "Heroes" también tenía que haber cabida para la reflexión sobre la vida bajo un punto de vista más conspiranoico, pues como todo buen artista David tiene el deber de luchar contra los poderes y el sistema que, entre otros pecados, convierte en rebaño a la juventud. Para eso están los agónicos estribillos y la estructura medio hímnica medio panfletaria de Sons Of The Silent Age, para devolver la creatividad y la libertad a la juventud que desde su infancia es llevada por los estrictos caminos de la educación anticuada.
Envuelto en su particular locura, drogas y fama mediante, encontramos al Bowie romántico de Blackout, caballero en la noche, atento a las damas en medio de un mundo superficial y convulso, todo sobre los acordes propios de un cabaret. De aquí en adelante nos adentramos en una jungla instrumental característica de los LPs de la era Berlín: la antibelicista V-2 Schneider, la distante y psicológica Sense Of Doubt (sería buena banda sonora para un videojuego de terror hoy día), o el evocador corte de 5 minutos Moss Garden.
Los 41 minutos cierran con la también instrumental Neukoln y con The Secret Life Of Arabia, de nuevo sobrevolando la adicción a los estupefacientes de este genio de la música en aquella etapa de su vida.
"Heroes" es en realidad un diario, una grabación cámara en mano de la vida propia y del mundo que la rodea. Recoge tanto el estado mental y personal de Bowie en pleno 1977 como el ambiente metálico de la guerra a punto de estallar en un punto histórico y geográfico tan complejo como el que vio nacer a este álbum. Una pieza de museo sobre la historia y la psicología.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Radiohead / Amnesiac

2001, Parlophone

9.0


Cuando uno esta inspirado le resulta difícil no aprovechar la visita de las musas. Tras la paliza que supuso para ellos el encontronazo con la fama en el tour de OK Computer (1997/1998), el humor estaba por los suelos en los miembros de Radiohead , la que a día de hoy es la banda de rock activa más influyente de los últimos 20 años. No se hallaban al borde del suicidio, pero la mella emocional de semejante bofetón de éxito en Europa, Estados Unidos y Japón fue profunda, sobre todo en el cantante y líder del grupo, Thom Yorke.
Quizás en un intento por distanciarse de su propio sonido y matar su momentum comercial, o quizás en una jugada astuta para afianzarlo, los de Oxford se reunieron para obtener rédito del interés por nuevos senderos musicales que había despertado toda aquella tormenta de desencanto con la industria musical e inesperada aclamación crítica. De aquellas sesiones surgieron multitud de grabaciones: algunas de ellas dieron forma al clásico, influyente, inmejorable, imprescindible y vanguardista Kid A (2000), mientras que otras se quedaron en el tintero.
De aquellos iniciales descartes salió Amnesiac, una aproximación aún más experimental (si cabe) en forma que el magistral Kid A. Y por mucho que la banda afirme que son dos álbumes independientes que solo comparten la era en que fueron concebidos, el nexo de unión entre ambos trabajos es obvio. El propio titulo del disco hace referencia a la incoherencia y la translucidez de la mente y la percepción, mientras que a medida que uno se sumerge en el tracklist se encuentra con temáticas casi idénticas (crítica social, crisis de identidad, tensa desesperación), formas musicales difusas, matices electrónicos y hasta incluso nuevas versiones de temas de Kid A (Morning Bell, esta vez en una producción rítmicamente más acelerada).

La simetría con su antecesor se rompe en la sencillez de la portada del CD, pero no pasa de ahí, pues tan solo pulsar el play nos encontramos un equivalente del Everything In Its Right Place: Packt Like Sardines In A Crushed Tin Box. Packt es un tema estructuralmente progresivo, antesala del cáliz electrónico que lidera al resto del álbum. Es la expresión ordenada del desorden, la incesante espera de aquello que nunca llega y el negativo impacto que ello tiene en nuestro carácter. Pyramid Song, con evidente influencias egipcias no solo en su letra sino en su partitura, es un peculiar canto a la muerte y a la paz del descanso eterno. Dicho así puede parecer tétrico, pero sin embargo el corte difiere en su ambiente del mensaje que transmite, que, hasta la fecha, muestra el lado más puramente espiritual de Thom Yorke.
En la cima del cripticismo de toda esta era creativa, Radiohead firma Pulk/Pull Revolving Doors donde se habla de las mentiras y medias verdades de la vida, así como de las oportunidades que perdemos por ello ("There are doors that let you in and out but never open, and there are trapdoors that you can't come back from"). De cara a la faceta política del grupo no nos quedamos con las manos vacías gracias a You And Whose Army y I Might Be Wrong. La primera, infantilmente provocativa a oída superficial, es en realidad la más madura proclama de supervivencia frente al poder gracias a su introducción lenta pero punzante de piano y su catarsis instrumental con guitarra y batería añadidos. I Might Be Wrong, tema imprescindible en quienes acceden al grupo, la complementa como esperanzadora mirada al futuro frente al pesimista presente.
Knives Out resuena desde otra dimensión en un extraño dinamismo entre la voz al borde de la angustia de Yorke y la simple pero funcional base de guitarra. Con una conclusión tan confusa como el resto del track, estamos a medio camino entre una crítica al sistema y una declaración personal del cantante que despierta a la sucia realidad y trata de escapar de ella y de su opresión.

Tras el muro divisorio de la ya mencionada Morning Bell "2.0" se encuentra el rock experimental al cuadrado, el ensayo dentro del ensayo. La recta final de Amnesiac es sonoramente más libre y líricamente más próximas a la propia banda, con reflexiones sobre el mundo de la música en Dollars And Cents (aparente crítica al capitalismo pero en realidad una particular vista de la monetización y pérdida de valores artísticos de la música actual) y en Like Spinning Plates (al igual que la base instrumental del tema, grabada con efecto de reproducción a la inversa, es el propio cantante el que en su entorno va contracorriente con respecto a sus compañeros/competidores de profesión). El punto final se titula Life In A Glass House y es un bofetón ante la hipocresía de la sociedad occidental tan solo preocupada por las desigualdades cuando ve el anuncio de una ONG en televisión o a la hora de entablar conversación en cenas donde prima aparentar compromiso.
Amnesiac, un LP tan parecido a Kid A y la vez tan singular y diferente.

I Might Be Wrong https://youtu.be/BopLWdixRkM

domingo, 20 de septiembre de 2015

Interpol / El Pintor

2014, Matador

8.0


Cuando hablamos de música hablamos de una de las expresiones más puras y primitivas del arte. El arte, al contrario que aquellas actividades humanas considerables como mecánicas, repetitivas o sistemáticas, no puede generarse a un ritmo constante. Las musas no nos visitan todos los días (o, al menos no es lo normal), y por eso los neoyorquinos Interpol han dejado cuatro años entre su anterior trabajo de estudio y el nuevo El Pintor. Un tiempo más que suficiente, visto el resultado, para reconectar con su espíritu oscuro e inspirador del que nace este álbum, que quizás sea el más consistente del grupo desde su debut, aunque personalmente me declaro admirador del impopular título que precede a este El Pintor (Interpol, 2010, el disco se llamó igual que la banda).
El sonido característico de sus comienzos está muy presente especialmente en la apertura, All The Rage Back Home, un agresivo manifiesto sobre las primitivas pasiones del confuso amor (sexo) adolescente y sobre como esa intensidad hormonal y emocional no se repite con posterioridad en la adultez.
Acordes de guitarra eléctrica más experimentales abren My Desire, un tenso midtempo sobre los amores imposibles (como duelen...). Siendo optimistas, son algo que tarde o temprano todos superamos, tal y como recita Paul Banks al cierre del tema.


Continuando con las fórmulas de su debut, el clásico Turn On The Bright Lights (2002), llegamos a la aleccionadora Anywhere, un punto de inflexión para nuestra personalidad necesario cuando un mal currículum sentimental hace imprescindible tal cambio de ruta vital.
Un momento clave, no solo en El Pintor, sino en toda la carrera del grupo hasta la fecha, es el corte Same Town, New Story. No se trata únicamente de una reflexión sobre el amargo trago del amor no correspondido, sino que a medida que avanza en sus espléndidos 4 minutos 10 segundos se convierte en un potente empujón para tomar aquellas decisiones que dilatamos por semanas, meses e incluso años y que finalmente se vuelven oportunidades perdidas y largos períodos de incertidumbre, paranoia y engaño a uno mismo.
Tras Same Town, New Story nos encontramos con My Blue Supreme, un complejo track que no hace más que ahondar en el consejo del tema que le precede. Es justo a partir de este punto del recorrido donde el LP da un giro de lo romántico a lo puramente metafísico, con una profunda meditación sobre la maduración personal en Everything Is Wrong, o la preocupada Breaker 1, una alarma interna sobre nuestra propia frialdad hacia los demás, lo que solo derivará en soledad si no variamos nuestra actitud.
La neblinosa Tidal Wave está escrita por la tinta del artista cuyo éxito le impide conectar realmente a nivel romántico cuando la otra mitad de la pareja tan solo se acerca a él a causa de la admiración y no del interés por la propia persona. Un problema que aqueja a las grandes estrellas, y por lo que más de una renunciaría sin trabas a la fama.
El Pintor concluye con Twice As Hard a modo de arrepentimiento y disculpa por el "yo" anterior, el que poco valoraba las relaciones y por ello se sentía cada vez más vacío y desalmado.
En definitiva la nueva entrega de los norteamericanos se compara con Turn On The Bright Lights porque el 99% de su contenido lírico recuerda a este sublime debut, y teniendo en cuenta la autoinspiración a nivel compositivo, no es descabellado afirmar que nos encontramos ante una madura continuación de aquel disco. Un resumen sobre como (no) ha cambiado la vida personal y artística del grupo, a los que sigue pesando el pasado sentimental y la indiferencia urbana, la falta de lazos con otras personas y lo difíciles de atar que son éstos. Tampoco ha cambiado la elegancia de su trabajo, pues ni el sufrimiento y la depresión puede mermarla, y ésto es algo comprobable dedicándole 40 minutos a este exquisito trabajo.

All The Rage Back Home https://youtu.be/-u6DvRyyKGU
Same Town, New Story https://youtu.be/R7vH28D-ew0

sábado, 19 de septiembre de 2015

Bastille / Bad Blood

2013, Virgin

6.5


El pesimismo es una extraña receta a emplear a la hora de construir un álbum. Extraña porque pese a lo negativo de su naturaleza suele reportar sustanciosos resultados artísticos. Vivimos en tiempos difíciles (prácticamente como siempre ha sido) y, con la óptica adecuada puede elaborarse un disco interesante sobre la incertidumbre, la esperanza y el resurgimiento, tanto a nivel personal como global.

Ese fue el propósito de los ingleses Bastille en su debut de estudio, aunque por desgracia el término "interesante" pareció perderse por el camino, destacando Bad Blood en selectos cortes que forman parte de un monótono y poco atractivo conjunto de 44 minutos y medio.

A medio camino entre dance alternativo e intento de musical del West End, este LP aúna los elementos comunes de la juventud protestona del panorama musical mainstream de los 2010. "Protestona", aclaro, no debe entenderse como despectivo hacia aquellos con inquietud por alterar el sistema injusto prevalente, sino como término descriptivo de aquél sector de los mismos que más allá de sus consignas (aquí en forma de álbum) buscan el propio interés por lograr el reconocimiento artístico.
Esa pretensión abunda en Bad Blood, un disco pese a todo no del todo descartable, pero con sus objetivos comunicativos poco claros.
Al márgen de cortes a tener muy en cuenta como el metafórico Pompeii, el pasivamente reivindicativo Things We Lost In The Fire o el aplaudiblemente maduro y reflexivo a la vez que marchoso Weight Of Living, el resto del tracklist se funde en una homogénea masa de imágenes urbanas y estructuras melódicas similares. Overjoyed e Icarus son intentos de propaganda obrera disfrazados de narrativa épica de irregular atractivo, mientras que temas como Oblivion o Get Home son melancólicas aproximaciones románticas al sentimiento revolucionario que gobierna al disco, ambos pasajes con dispares momentos de brillantez compositiva, más aparentes en Get Home.

Un LP bien producido, de duración estándar (lo cuál es de agradecer...) y bastante mejorable, con un mensaje loable pero musicalmente expresado con la aspiración menos adecuada: crear himnos en lugar de canciones.

U2 / War

1983, Island

9.7


La mayor banda de rock de la historia de Irlanda no debe su fama a la suerte. Su éxito es el fruto de algunos de los trabajos más comprometidos de la historia del pop cantados sobre ritmos de guitarra y batería ante los que es imposible mantenerse sentado y no bailar.
Está extendido el cariño por dos títulos particulares de la discografía deU2 , The Joshua Tree (1987) y Achtung Baby (1991). El primero, denso en carga política, y el segundo más personal y abstracto. Sin embargo, una pequeña parte del público más o menos entendido en música sentimos que, con el paso del tiempo y un estudio más extenso de la obra del grupo, el LP War carece del reconocimiento que merece realmente comparado con los popularmente favoritos de los de Dublín.
War es un álbum clasificable como experimental dentro de la carrera de U2, conceptual en textura y narrativa, y me atrevo a decir que, hasta la fecha, el más inteligente líricamente.
Para muestra, la apertura del disco, Sunday Bloody Sunday, un tema enigmático, tenso instrumentalmente. Aparentemente una crítica social sobre las desigualdades, la degradación medioambiental y el papel distrayente de los medios de comunicación. Lo que no se percibe a simple vista es la preocupada labor de introspección de Bono: siendo consciente de la manipulación a la que nos vemos sometidos realiza una idea aún mas aterradora, la total indiferencia de uno mismo ante los problemas que escapan al propio ámbito personal.


Tras este insuperable corte llegamos a la progresiva melodía, sutilmente subrayada por el bajo, de Seconds. Con perspectiva de narrador omnisciente en las alturas el cantante se mofa elegantemente de la vida de los hombres, ordinaria y comparable a la de las hormigas. A diferencia de éstas, es la inteligencia la que dota de total imprevisibilidad al aparentemente sombrío futuro de su raza.
Otro himno de este War es New Year's Day, amenazador track sobre la falaz esperanza en el progreso humano. Es en este punto donde buscaremos, asustados por la oscuridad que nos rodea y de la que vamos siendo conscientes en este trabajo, el romance como particular "refugio antibombas".
Haciendo gala de sus dotes para el puro guitar rock los chicos se alzan en pacífica rebelión en Like A Song y llegan a Drowning Man, un sedante entre tanto desencanto.
Se da un curioso paralelismo entre la actualidad y la letra de The Refugee, un corte dedicado a los emigrantes forzados por motivos políticos, económicos o sociales. Un poco más animados por Two Hearts Beat As One (una mezcla entre new wave y balada rock) llegamos a una menos potente Red Light, superficialmente simple pero importante por su mensaje para el conjunto del disco.


El cierre viene de la mano de Surrender y de "40", dos temas relacionados por la pérdida de la fe en uno mismo y la búsqueda de apoyo moral en la religión (entendida ésta dentro de los confines filosóficos de la banda).
War es, con sus 43 minutos de duración, una metáfora de la batalla moderna por la obtención del amor y la felicidad, conceptos ambos tan distantes en un entorno violento e injusto como es el presente (ya hablemos de 1983 o de 2015).

martes, 15 de septiembre de 2015

Echosmith / Talking Dreams

2013, Warner Bros

6.0

Reconozco el pecado de haber generalizado sobre la juventud en anteriores reviews. De vez en cuando aparecen destellos de madurez en las nuevas generaciones, y los californianos Echosmith son una nueva y fresca referencia de esas excepciones. Su debut, Talking Dreams, no cae en las clásicas costumbres del teen pop. Es más bien un imberbe pero destacable esfuerzo por reflejar las inquietudes de la adolescencia tardía.
Come Together, el tema con el que abre el LP, es un animado rock sobre la importancia de la amistad y la solidaridad, ideas reforzadas posteriormente en March Into The Sun. Hay cabida también, como era de esperar, para los fogosos romances en Come With Me y en Tell Her You Love Her, esta última con sabios consejos entre sus líneas.
Tracks como Let's Love, Bright o Safest Place muestran el largo camino que aún tiene por delante estos prometedores cantantes en cuanto a la adquisición de destreza artística se refiere. Musicalmente es un álbum uniformemente optimista e introspectivo. Parece por ello que el punto fuerte de los californianos es el trabajo de partitura frente al de la pura composición lírica, donde deben aún buscar inspiraciones más elevadas y sofisticadas.
Sin embargo cualquier pega objetable a Talking Dreams se ve minimizada por la excelencia del single principal, Cool Kids. Este imprescindible y sorprendente corte no solo presenta una estructura melódica digna de ovación para músicos de tan reducida experiencia, sino que líricamente recoge como muy pocos en su género las reflexiones propias de su edad en cuanto a la vida social, la admiración de los referentes e ídolos, la envidia que a veces éstos suscitan, y las propias inseguridades.
Sin duda los cuatro hermanos Sierota han añadido su nombre a la lista de artistas que mantener bajo el radar, a la espera de próximas creaciones.

 Cool Kids https://youtu.be/SSCzDykng4g
 

lunes, 14 de septiembre de 2015

Interpol / Turn On The Bright Lights

2002, Matador

8.5

Se puede concluir que la cultura pop nos ha malcriado en cuanto creemos que la música, para ser buena, ha de serbailable. No es cuestión de menospreciar a los éxitos rompepistas pero desde un punto de vista artístico hay algo más importante que la impresión estética. Está el mensaje que toda obra, por supuesto también la musical, debe transmitir, y casi tan relevante como el propósito es la forma en que éste es comunicado.
Por eso los chicos de Interpol editaron este emblemático Turn On The Bright Lights tal y como lo hicieron, con la elegancia de su carácter urbanita y su convencimiento, tan propio de los neoyorquinos, de haberlo visto, sufrido, superado y aprendido todo. Es una vanidad y una soberbia que lejos de sobrar trae nuevas formas de enfrentarse a las noches más oscuras del alma.
Esta clásica pieza del New Punk abre con Untitled, una paranoica premonición de la destreza que caracterizaría a este álbum así como del reconocimiento que lo envolvería. Llevado a la línea narrativa del disco, es una declaración de intenciones, un aviso de lo mucho que puede llegar a sorprender el más inimaginable de los individuos.
En Obstacle 1 juega con los paralelismos para entonar la misma oda que sin tapujos dedicarán a la gran manzana, la capital del mundo que los acogió en su juventud, en el track NYC.
De la postura confundida de amor-odio que ciertas personas levantan en nosotros nos canta Paul Banks en PDA, de cuya confesión nace la rabia que transmite el sublime trabajo de guitarras.
Continuando con los amores venenosos Say Hello To The Angels sube en intensidad rítmica a la vez que vemos aumentado el ilógico magnetismo que nos atrae hacia lo que la razón nos dice que nos hará daño. Es algo que forma parte de la autodestructiva genética del ser humano.
En un arreglo estructuralmente minimalista nos vemos inmersos en Hands Away, que conforme añade su base de batería liquida su lírica: siete enrevesados renglones que esconden la incertidumbre que pesa sobre quien se ve obligado a desconfiar de cuantos le rodean.
Obstacle 2 completa a su primera parte enfocando, desde lo alto de la ciudad, al protagonista de su historia: un seductor nato, azotado por su propio pasado y a punto de hincar el diente a su próxima presa. Una combinación de conceptos bastante descriptiva de la personalidad general que define este álbum.
Tras la depravada pero en el fondo entrañable Stella Was A Diver And She Was Always Down encaramos los tres últimos cortes de estos 49 minutos de conciencias sucias y pocos escrúpulos. La pérdida progresiva de la salud mental llegaría eventualmente, y hace patente su presencia en la desquiciada Roland, aunque la esperanzadora The New refuerza la poca fe que tenemos en los próximos tiempos mejores.
Turn On The Bright Lights cierra con la contenidamente pasional Leif Erikson como colofón de este conceptual trabajo sobre la vida en pecado, la tormenta sentimental interna de una menta perversa y maltratada a golpe de desencanto amoroso, todo con el escenario de fondo de las bulliciosas calles de Nueva York.

Untitled https://youtu.be/P6wShHrXRDc
NYC https://youtu.be/L6LEF9p5E0U
PDA https://youtu.be/IA5xtHxfiTI