(1998, Capitol Records)
(gen: rock/experimental)
9.5
Momentos solemnes que hacen historia. Pasan todos los días y no nos damos cuenta, en la gran política, en los laboratorios, en la buhardilla de un pintor o en la mente de un músico. ¿Y si de la idea de una canción surgiera la forma de entender la música de nada menos que el siguiente milenio? ¿Somos capaces de asimilar la trascendencia que algo tan mundano como componer una canción puede tener en la vida de medio mundo durante años? Thom Yorke lidera la banda británica de rock experimental Radiohead y tiene el honor de firmar junto a sus colegas uno de los discos más influyentes de la historia, OK Computer (1997). Su tracklist ya cambió la dirección del rock contemporáneo de finales de los noventa y sentó el precedente de la oscura meditación antimaterialista que sirvió de guía a miles de cantantes durante los 2000. Sin embargo había más, ya que entre las caras B de aquel álbum se ocultaban cortes muy especiales. Vieron la luz en un EP de 25 minutos en 1998, que se titulo Airbag/How Am I Driving? y que contenía temas que presagiaban en lo que se convertiría la mítica banda durante la siguiente década (y, por extensión e influencia, en lo que se convertiría la música en general). En el año 2000 los ingleses lanzaban el álbum Kid A, una oda electrónica contra la masificación, tecnificación y el endeudamiento moral del mundo "post-apocalíptico" de la era digital. De nuevo, otro estacazo en la historia de la música: un millón de copias vendidas de canciones en el polo opuesto a lo que pinchan las radios, la antítesis de lo comercial, en definitiva, verdadero arte marginal en el que se fijarían los grandes "artistas" cuyas canciones si que son conocidas y recordadas por todos.
Pues bien, entre aquellos OK Computer y Kid A se encuentra este EP, como un muro divisorio que más bien es un tunel entre las dos eras de Radiohead, y la pista que eleva esta afirmación al exponente infinito es Meeting In The Aisle, un tema puramente instrumental y sencillamente perfecto. Se puede sentir en él la transmutación de una banda de rock más en un concepto elevado, una forma filosófica de entender la música. Es como una adolescencia condensada a lo bestia en 3 minutos 10 segundos; es la plasmación en instrumentos de los ojos como platos abiertos de los de Radiohead ante la misión que tenían por delante y de cara al siglo XXI: la de estar por encima del sistema, desmontándolo, desnudándolo y despertándonos del sueño de su cruel morfina.
Y es que en definitiva el paso de la guitarra a los efectos generados por ordenador no era una mera cuestión de cambios de estilo dentro de un grupo de rock, era el reflejo de un cambio en el equilibrio de los tiempos, el abandono de lo antiguo y el secuestro por lo moderno. Un secuestro que en un mundo 18 años mayor, en el que esa falsa sensación de libertad y esa sospecha de vivir con nuestros hilos movidos por manos invisibles e innombrables... ¿no es acaso más real que nunca?